Rastro de Valencia
  El vendedor ilegal
 


Vendedores ilegales

   El que proliferaran como una plaga los vendedores ilegales en el Rastro de Valencia, fue debido al trato tercermundista que el Ayuntamiento mantuvo a expensas de nuestra vulnerabilidad, con lo cual, se justificaba la falta de inversión en personal y medios y el resultado fue la regresión al estado en el que nos encontrábamos 30 años atrás. Una situación tremendamente injusta, puesto que, vendedores legales e ilegales, compartían la plaza de Luís Casanova sin más control que el de la ley del más fuerte.
    El vendedor ilegal no tiene permiso para ejercer la venta ambulante en el Rastro, lo cual, por si solo, no implica que sea un delincuente (independientemente de que puedan coincidir las dos circunstancias en un mismo vendedor). La pasividad y la discriminación que ejercía el Ayuntamiento sobre los vendedores legales (plenamente conscientes de la injusticia que suponía el no salvaguardar el mercado tradicional) supuso lo que se llama efecto llamada para quienes se encuentran en situaciones limite. Gitanos rumanos y españoles, junto a magrebies, sobre todo, ocupaban puestos que estaban vacantes y los sitios de transito del público, ante la mirada indulgente de la policía municipal y oficiales de control, lo que les confería de por sí, plena legitimidad. Nosotros, por nuestra parte, denunciábamos esta situación reivindicando la igualdad de derechos y oportunidades que cualquier otro evento, mientras los políticos y funcionarios, se enfrascaban en un debate sobre la dignificación del Rastro, partiendo de la base del origen de los artículos (en su mayoría, procedentes del reciclado de la basura). La situación se desbordó y alcanzó al resto de mercados extraordinarios (sobre todo al de Pelayo y el Cabañal) pero las responsabilidad sigue recayendo en la situación limite del vendedor y no en la incompetencia de políticos y funcionarios a la hora de anticiparse a algo que no es precisamente nuevo. La escasa voluntad política es la principal causa que afecta directamente a la coordinación y dirección del mercado, y el resultado, no puede ser otro que el asilvestramiento.
    No existe un relevo generacional en el sentido de que así se pueda estar produciendo en los mercados extraordinarios, ya que la configuración del vendedor de Rastro, no es solo la de alguien que esté predestinado a desempeñar esta actividad, sino la de una persona que está convencida de que no puede hacer otra cosa mejor. Por lo tanto, el relevo que se producirá en el Rastro, nunca puede ser generacional y sí, de quien se encuentre a la orilla.       
    Esta era la situación del Rastro: promiscuidad y abandono, hasta que por fin, se tomaron medidas que no podían ser otras sino invertir en medios y personal. Como resultado se valló el recinto para impedir la entrada a cualquiera que pretenda hacerlo con la intención de vender. Esta medida está dando buenos resultados porque va unida a un aumento de policía municipal y, sobre todo, al empeño que se le está poniendo en lo que parece un intento por reconocer y salvaguardar nuestros intereses, lo cual, por otra parte, no impide que el problema de la venta ambulante ilegal se halla trasladado al sábado por la noche y al domingo a partir de la 13:30h, pero, esto ya no es una cuestión que nos afecte a nosotros directamente.




 
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