MIRACLES HERNÁNDEZ CHOVER VALENCIA
La Universitat de València celebra esta semana el I Congreso Internacional "Mercats del luxe, mercats de l'art. La Corona d'Aragó i la Mediterrània en els segles XIV i XV" en la Facultad de Geografía e Historia de Valencia en una reunión científica que ha congregado a veinticuatro especialistas de diversas disciplinas alrededor de un tema novedoso como es el consumo de alto nivel y el mercado artístico en el periodo de la baja Edad Media.
El simposio, dirigido por Juan Vicente García Marsilla, profesor titular del Departamento de Historia del Arte de dicha universidad, realiza un recorrido por la estética, las modas y aquellos que las dictaban, el distinto papel de príncipes, nobles, corporaciones municipales, religiosos y mercaderes ricos en la demanda artística y suntuaria.
"El valor de los objetos que poseía una familia, además de las relaciones personales que establecía y la participación en el gobierno municipal, determinaba la pertenencia a una clase social", declaró el profesor García. En este sentido, los retablos, las joyas, la cerámica de Manises, la vajilla de plata, las telas, los libros miniados o el bordado de la ropa indicaba si los valencianos del medievo eran del pueblo o de la nobleza.
Según García, algunos retablos de la época, que en la actualidad se conservan en el Museo de Bellas Artes, costaban el equivalente a 1.000 sueldos de la época y el precio de varias piezas de cerámica de Manises correspondía al sueldo de una par de años de un artesano.
Con el dinero de empeñar una pieza de joyería de las que poseían los reyes se podía patrocinar un ejército, tal y como hizo el rey Alfonso el Magnánimo en la campaña de Nápoles para la que empeñó el Santo Cáliz, conservado actualmente en la Catedral de Valencia.
La pintura y escultura -importada de Italia en la mayoría de los casos- se ubicaba principalmente fuera de las casas y muchas familias las encargaban para colocarlas en altares funerarios.
El interior de los hogares también se analiza en este congreso. Muebles cubiertos por telas, alguna joya, vajilla de plata y las pieza de cerámica determinaban el lujo existente en una casa y por tanto la clase social de la familia.
El aspecto exterior también era decisivo. "La ropa de los hombres y mujeres ricos iba bordada con oro y perlas. Los hombres llevaban gorros, pantalones ajustados y zapatos de punta y las faldas de las mujeres arrastraban varios palmos sobre el suelo", afirmó García.
Movilidad social
Aunque eran los mercaderes ricos, la nobleza, los canónigos y los reyes los afortunados en acceder a los objetos y vestidos de lujo, los investigadores del congreso han desvelado que la movilidad social de la época era mayor de la que se conocía puesto que si un noble gastaba mucho en comprar objetos de lujo o ropa, podía arruinarse o porque los objetos que no se heredaban se subastaban en la plaza de los Encantos -ubicación del actual Mercado Central de Valencia- y cualquier ciudadano podía acceder a ellos.
El director del congreso que termina mañana viernes pretende celebrar una segunda edición en 2011 en Valencia o en la población francesa de Toulouse.
El Rastro en la Lonja. Circa 1903
Iglesia de Los Santos Juanes. Circa 1902. Calle Vieja de la Paja a la izquierda donde se ubicaba el Rastro junto con el resto de mercancias.